Cuando a su nido vuela el ave pasajera
A quien amparo disteis, abrigo y amistad Es justo que os dirija su cántiga postrera, Antes que triste deje, vuestra natal ciudad.
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A Ch....
¿Quieres oír un sueño?... Pues anoche vi la brisa fugaz de la espesura que al rozar con el broche de un lirio que se alzaba en la pradera grabó sobre él un «beso», perdiéndose después rauda y ligera de la enramada entre el follaje espeso. Este es mi sueño todo, y si entenderlo quieres, niña bella, une tus labios en los labios míos, y sabrás quién es «él», y quién es «ella». ¡Y bien! Aquí estás ya..., sobre la plancha
donde el gran horizonte de la ciencia la extensión de sus límites ensancha. Estoy entre rejas en húmeda celda.
Criada en cautiverio, un águila joven, mi triste compaña, batiendo sus alas, junto a la ventana su pitanza pica. ¿Echasteis la voz nocturna junto al soto
del cantor del amor, del cantor de su pena? en la hora matutina, cuando callan los campos y el son triste y sencillo de la zampoña suena, ¿no la habéis escuchado? Hija del viento
Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencias, a llanto. Pero tú alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeños perdidos en el desierto. A Raúl Gustavo Aguirre Esta manía de saberme ángel,
sin edad, sin muerte en qué vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando. La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada el aire arroja odio embellecido su rostro con música. Y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz San Juan, III, 19 Sobre el árido lomo
del formidable monte asolador Vesubio, al cual ninguna flor ni árbol alegra, tu mata solitaria en torno esparces, olorosa retama, contenta del desierto. Yo te he visto hermosear con tus tallos las comarcas que la ciudad rodean, la cual señora fue de los mortales y del perdido imperio que parece, con taciturno aspecto, Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas
A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas, los caminos curvos, porque el mundo es curvo y la tierra es curva y el movimiento es curvo; y me gustan las curvas y los pechos curvos y los culos curvos, los sentimientos curvos; la ebriedad: es curva; las palabras curvas: el amor es curvo; ¡el vientre es curvo!; lo diverso es curvo. A mí me gustan los mundos curvos; el mar es curvo, la risa es curva, la alegría es curva, el dolor es curvo; las uvas: curvas; las naranjas: curvas; los labios: curvos; y los sueños; curvos; los paraísos, curvos (no hay otros paraísos); a mí me gusta la anarquía curva. El día es curvo y la noche es curva; ¡la aventura es curva! Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas; a mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos, las horas curvas: ¡contemplar es curvo!; (en las que puedes contemplar las curvas y conocer la tierra); los instrumentos curvos, no los cuchillos, no las leyes: no me gustan las leyes porque son rectas, no me gustan las cosas rectas; los suspiros: curvos; los besos: curvos; las caricias: curvas. Y la paciencia es curva. El pan es curvo y la metralla recta. No me gustan las cosas rectas ni la línea recta: se pierden todas las líneas rectas; no me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido detrás de las cosas rectas; ni los maestros rectos ni las maestras rectas: a mí me gustan los maestros curvos, las maestras curvas. No los dioses rectos: ¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo, la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas. Vivir es curvo, la poesía es curva, el corazón es curvo. A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas. Si yo, por ti, he creado un mundo para ti,
dios, tú tenías seguro que venir a él, y tú has venido a él, a mí seguro, porque mi mundo todo era mi esperanza. Yo he acumulado mi esperanza en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito; a todo yo le había puesto nombre y tú has tomado el puesto de toda esta nombradía. Ahora puedo yo detener ya mi movimiento, como la llama se detiene en ascua roja con resplandor de aire inflamado azul, en el ascua de mi perpetuo estar y ser; ahora yo soy ya mi mar paralizado, el mar que yo decía, mas no duro, paralizado en olas de conciencia en luz y vivas hacia arriba todas, hacia arriba. Todos los nombres que yo puse al universo que por ti me recreaba yo, se me están convirtiendo en uno y en un dios. El dios que es siempre al fin, el dios creado y recreado y recreado por gracia y sin esfuerzo. El Dios. El nombre conseguido de los nombres. I
Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, y que hemos de soñar sobre la misma almohada. Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna al recibir tu cuerpo de niño dolorido. Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas, y en la azulada y leve polvareda de luna, los despojos livianos irán quedando presos. Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, ¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna bajará a disputarme tu puñado de huesos! II Este largo cansancio se hará mayor un día, y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir arrastrando su masa por la rosada vía, por donde van los hombres, contentos de vivir... Sentirás que a tu lado cavan briosamente, que otra dormida llega a la quieta ciudad. Esperaré que me hayan cubierto totalmente... ¡y después hablaremos por una eternidad! Sólo entonces sabrás el por qué no madura, para las hondas huesas tu carne todavía, tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir. Se hará luz en la zona de los sinos, oscura; sabrás que en nuestra alianza signo de astros había y, roto el pacto enorme, tenías que morir... III Malas manos tomaron tu vida desde el día en que, a una señal de astros, dejara su plantel nevado de azucenas. En gozo florecía. Malas manos entraron trágicamente en él... Y yo dije al Señor: ?«Por las sendas mortales le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar! ¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales o le hundes en el largo sueño que sabes dar! »¡No le puedo gritar, no le puedo seguir! Su barca empuja un negro viento de tempestad. Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor». Se detuvo la barca rosa de su vivir... ¿Que no sé del amor, que no tuve piedad? ¡Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor! Cerca estamos, Señor,
cercanos y asibles. Asidos ya, Señor, unos en otros incrustados, como si fuera el cuerpo de cada uno de nosotros tu cuerpo, Señor. Reza, Señor, rézanos, estamos cerca. Torcidos íbamos, íbamos a inclinarnos sobre la hondonada y la laguna. Al abrevadero íbamos, Señor. Era sangre, era, lo que derramabas, Señor. Brillaba. Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor, ojos y boca tan abiertos y vacíos, Señor. Hemos bebido, Señor. La sangre y la imagen que había en la sangre, Señor. Reza, Señor. Estamos cerca. Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón lleno de tabaco: sobre él arrojan escupitajos, mi triste corazón babea a popa: bajo las burlas de la tropa que suelta una risotada general, mi triste corazón babea a popa, ¡mi corazón lleno de tabaco! ¡Itifálicos y sorchescos sus insultos lo han depravado! En la velada narran relatos itifálicos y sorchescos. ¡Oleajes abracadabrantescos, tomad mi corazón, salvadlo! ¡Itifálicos y sorchescos sus insultos lo han depravado! Cuando sus chicotes hayan cesado, ¿cómo actuar, oh corazón robado? Se oirán estribillos báquicos cuando sus chicotes hayan cesado: tendré sobresaltos estomáquicos si degradan mi triste corazón. Cuando sus chicotes hayan cesado, ¿cómo actuar, oh corazón robado? Unos dicen que el mundo terminará en fuego,
otros dicen que en hielo. Por lo que he gustado del deseo, estoy con los partidarios del fuego. Pero si tuviera que sucumbir dos veces, creo saber bastante acerca del odio como para decir que en la destrucción el hielo también es poderoso. Y bastaría. |