Hija del viento
Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencias, a llanto. Pero tú alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeños perdidos en el desierto. A Raúl Gustavo Aguirre Esta manía de saberme ángel,
sin edad, sin muerte en qué vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando. La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada el aire arroja odio embellecido su rostro con música. |