Y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz San Juan, III, 19 Sobre el árido lomo
del formidable monte asolador Vesubio, al cual ninguna flor ni árbol alegra, tu mata solitaria en torno esparces, olorosa retama, contenta del desierto. Yo te he visto hermosear con tus tallos las comarcas que la ciudad rodean, la cual señora fue de los mortales y del perdido imperio que parece, con taciturno aspecto, |