21 de abril
Mi amistad por Eduardo Murrieta ha ido creciendo en estos últimos meses en que nos hemos estado reuniendo casi todos los días en el club, para jugar una partida de carambola o de ajedrez, y en que nos hemos acostumbrado a conversar hasta muy tarde, mientras tomamos café, acerca de todos los tópicos del día: la guerra, los estrenos cinematográficos, los discursos diplomáticos, las corridas de toros, las peleas de box. Yo al principio no creía que Murrieta fuera casado, puesto que, como yo, disponía de mucho tiempo para perderlo en los cafés y el club; más tarde averigüé que tenía una esposa, y, después, que no era feliz con ella. Aun en el caso de que todas las noches después de dejarlo yo se vaya directamente a su casa, sin hace alguna escala, su mujer debe tener razón para estar enfadada con él, pues de mí no se separa sino hasta las primeras horas de la madrugada, y es tiempo que pierde tontamente, sencillamente, como yo, en conversaciones, en juegos inocentes; bien podría, si quisiera, frecuentar a otras mujeres, ir a los cabarets, como hacen otros casados que conozco, algunos de los cuales acuden también a nuestro club, sólo que más temprano. Murrieta tiene un carácter extraño; pero he llegado a sentirme tan cerca de él que creo que puedo llamarle mi mejor amigo y. por otra parte, siento que soy el mejor amigo que tiene él; cuando yo tardo uno o dos días en buscarlo, o dejo de ir al club, él me llama por teléfono para saber si me ocurre algo y me invita a jugar, a ir a un teatro, o implemente a merendar. En esos últimos días he podido notar que trata de hacerme alguna confidencia; posiblemente sea algo acerca de su matrimonio, de las razones que le mantienen tan alejado de su hogar; si vuelve a insinuarme algo, procuraré alentarlo, inspirarle confianza; es posible que el hablar francamente con un amigo le sirva de consuelo, de alivio, de desahogo, y si no le puedo dar algún útil consejo, por lo menos lo escucharé, lo ayudaré a dejar salir parte de la amargura que le ha descompuesto el carácter, que le ha vuelto más serio, más taciturno, más introvertido que antes. |
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